La instancia obereña marcó un hecho inédito en todas las fechas regionales del Mate Rock. Ante la gran paridad debido al nivel artístico y el empate en los puntajes, el jurado entregó dos ganadores para la gran final provincial del concurso de bandas organizado por el Ministerio de Cultura junto al INYM.
Deadgone de Oberá y Manukas, de Leandro N. Alem, resultaron ganadoras del certamen de bandas correspondiente a la Región Río Uruguay, y de este modo estarán participando de la final provincial del Mate Rock 2022, junto a Araucaria (Región Río Paraná), Lente (Región Norte), Flotando en el Jardín (Región Sur) y Mostro, Banda IRIS y D`la Nada (Región Capital).
Por razones climáticas, ya el día anterior se decidió que la presentación de las bandas concursantes se hiciera en las instalaciones del Club AEMO. Así, en la fría noche del domingo, este espacio cerrado se convirtió en epicentro de lo que terminaría siendo una memorable liturgia rockera, de la que formaron parte ocho grupos de variados estilos, acompañados por un público que colmó el salón.
Le tocó abrir a Elene, un grupo de funk rock asentado en Oberá, que de movida se plantó con una energía arrolladora, jugando cartas fuertes de la mano de complejas composiciones gestadas en los primeros dos años de vida del grupo. El cantante y guitarrista Rodrigo Elena, dueño de un gran manejo escénico, comandó el rumbo de un show frenético, que dejó la vara elevadísima y canciones difíciles de olvidar, como por ejemplo “Reproductores de MP3”, una crítica desde la ironía hacia la repetición autómata de discursos y comportamientos sociales.
Luego llegó el show de Sedro, también de Oberá, power trio clásico con mucha cercanía al punk rock que dividió sus 20 minutos entre temas propios, como “Soy”, y covers como “No me arrepiento de este amor” (de Gilda, en versión Attaque 77) y rockeando el clásico regional “Misionero y guaraní”, de Alcibíades Alarcón.
El tercer turno correspondió a otra banda obereña: Meraki. Con cuatro integrantes, el conjunto cuenta con la voz de Betiana “Bechu” Figueredo, quien se lució en interpretaciones conmovedoras de “Seminare” (Serú Girán) y “Universo paralelo” (Nahuel Pennisi).
La velada continuó con más música de la Capital del Monte, esta vez a partir de la presencia de Rohte&Roll, que literalmente hizo temblar las paredes del club. Rhote&Roll fue la primera banda que levantó la bandera obereña del metal extremo, con una furiosa hogera de death metal muy dinámico, aunque siempre con mucho más #death que #roll, con un repertorio compuesto por canciones de “Destructor de mundos”, su EP recientemente lanzado.
A estas alturas, ya se avizoraba una tarea por demás compleja para el jurado integrado por Alí Salum (músico), Selene Valie (fotógrafa) y Maxi Juañuk (músico). Todas las bandas hasta aquí se posicionaban como serias candidatas, y aún faltaba la mitad de la programación que se desarrolló en el Club AEMO con apoyo del municipio local y bajo la coordinación, una vez más, de las directoras regionales Lorena Aguilar y Flor Monges. Durante el evento estuvieron presentes el intedente local Pablo Hassan y el ministro Joselo Schuap.
Con un promedio de edad de 19 años, los obereños de Jacques, sumaron dificultad a la labor del tridente calificador, al concretar un show desenfadado con profundos links y guiños al post-punk, pleno de frescura y buenas versiones de himnos de The Strokes y Red Hot Chilli Peppers, inspiraciones esenciales para esta banda de amigos que demostró un potencial gigantesco y suma prolijidad en las ejecuciones.
El siguiente show fue el de DeadGone, otra banda de pura cepa del power obereño. Ellos se autodenominan cultores del “modern metal”, que traducido sería una especie de nü metal en una laguna de gritos guturales en la que navegan tanto las canoas de Sepultura como de KoRn. Los cuatro DeadGone hechizaron a la audiencia con una lista de temas que cuajó perfecta en el límite de tiempo y resultó contundente a la hora de demostrar el poderío de la banda: “Crawling away”, “Use me”, “Hateful land”, “Break the silence” y “Only death is forever” conformaron la lista de tema que le significaron ser finalistas y serios aspirantes a quedarse con el concurso provincial.
Así las cosas, y ante un público candente, salió a la cancha Manukas, conjunto oriundo de Leandro N. Alem que, siguiendo la tradición de legendarias bandas como Arco Iris, Divididos o el mismo León Gieco, fusiona los ritmos folklóricos con el sonido del rock. Manukas lo hace a su modo, con tanta sensibilidad como potencia y quizás por eso, su inspirada presentación de menos de veinte minutos le valió para meterse en la final del Mate Rock. El repertorio estuvo compuesto por “Mi flecha” (Guauchos), “La humilde” (Julián Díaz), “Chacarera del expediente” (Raúl Carnota) y “Los ejes de mi carreta” (Atahualpa Yupanqui), todas versiones que, lejos de ser simples “covers”, ejemplificaron el qué es eso de adueñarse de una canción para brindarle vida nueva, a caballo rasgos de metal, pero nunca perdiendo la esencia del power folk.
En el octavo y último turno, una aplanadora de death metal se apoderó del salón, dando paso a un pogo que se mantuvo de principio a fin del show de Carnopraxis, grupo formado en 2012 que ya forma parte de la orgullosa tradición metalera de la Zona Centro. Con una perfomance que bien podría transportarse a cualquier país escandinavo, Carnopraxis demostró que Oberá sigue siendo ese vórtice de energía de metal y que la música extrema goza de gran salud.
Una vez leída la decisión del jurado, los tres integrantes del mismo subieron al escenario a explicar cómo fue el trabajo evaluatorio, dejando en claro que la diferencia en el nivel de los conjuntos participantes fue inexistente, pero que hubo que aferrarse a determinados parámetros para arribar a una nada sencilla definición que terminó arrojando igual puntaje a Manukas y Deadgone.
Las luces del salón se encendieron y la imagen que quedó fue la de músicos de todas las bandas fundiéndose en abrazos y felicitaciones mutuas, técnicos y sonidistas y el equipo de producción satisfechos por el impecable trabajo consumado, y la retirada en paz de un público lleno de rock en los oídos y corazones.