Los puertos han desempeñado a lo largo de la historia una función clave en los procesos de configuración identitaria de las localidades y regiones en las que se asientan. El Puerto de Posadas no fue la excepción. El 15 de octubre de 1915 se inaugura este puerto, que llegó a ser uno de los principales del país.
Fotos: Gentileza de Posadas del Ayer
En septiembre de 1908 fue sancionada la ley 5.970 de concesión y explotación -por 50 años a contar desde la promulgación de la ley- de un puerto comercial para buques de cabotaje y ultramar en los terrenos de la ribera, situados sobre la costa del Alto Paraná (km 1583), frente a la ciudad de Posadas y a favor del señor Carlos Calastremé.
El señor Calastremé, una vez sancionada la ley, hizo la transferencia de sus derechos al señor Juan Jonghy, que tampoco inició trabajos de construcción, y traspasó o vendió sus derechos a Aleu y Dupont, quienes sí abrieron el puerto. Debido a su limitada infraestructura, en él amarraban lanchas de pasajeros que unían Posadas con la ciudad vecina de Encarnación, Paraguay. Su construcción provocó la destrucción de parte del Cerro Pelón y con la piedra extraída se rellenó la costa ganando tierras al río.
El viejo puerto tuvo su época de esplendor entre las décadas de ‘20 y ‘30 y lo llegaron a utilizar más de 200 embarcaciones.
El 21 de septiembre del año 1937, tras un largo período de explotación privada, el Estado Nacional recuperó el puerto, indemnizó a los concesionarios, “Aleu & Dupón”, y se dispusieron los trabajos para la construcción del nuevo muelle. Aproximadamente en 1946 se habilitó el hidropuerto que permitía el arribo y despegue de hidroaviones que comunicaban con Buenos Aires.
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Esa fue la última década de gran actividad. Luego se inició la decadencia al sustituirse la vía fluvial por la terrestre. En 1980 se privatizó la Flota Fluvial del Estado y desapareció la actividad en el río.
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La competencia del trasporte de camiones, de las rutas, de los ómnibus y posteriormente la habilitación del puente San Roque González de Santa Cruz que une las ciudades de Encarnación y Posadas, redujeron al mínimo la navegación fluvial, decayendo la actividad portuaria hasta hacerla desaparecer.